Bienvenido a mi cine

En mi ruta cinéfila anual he descubierto muchas caras nuevas, me he obsesionado con bandas sonoras y he contemplado cómo se desvanecían las voces de los personajes, despidiéndose de los espectadores. A veces, en grandes salas de cine, como en el estreno de Gladiator (2024); otras, en una de las acogedoras butacas del Numax, disfrutando de cine independiente. Y en la mayoría de ocasiones, vi cómo mi gato intentaba cazar los créditos que se deslizaban por la pantalla, anunciando el final de la película.

Soy de esas personas que disfrutan pidiendo la cuenta de Letterboxd a todo el mundo para curiosear su biblioteca audiovisual, siempre en busca de nuevas joyas, como un ladrón al acecho. Marco futuros caprichos con los que llenar mis noches y obsesionarme durante semanas. No estoy seguro de qué me gusta más: el cine en sí o reflexionar con otros sobre lo que han sentido al verlo, en busca de mensajes ocultos entre las escenas. Así que, impulsada por mi pasión por este contenido, hoy vengo a compartir mi película favorita de cada mes del año. Es una oportunidad para seguir formándome como periodista cultural y, de paso, recomendaros esas cintas que han hecho que mi año sea un poco más especial. 

Te invito a adentrarte en mi cine personal. La entrada es gratis, solo te pido unos minutos de tu tiempo, la moneda más valiosa. A tu derecha encontrarás una tienda donde puedes elegir lo que más te guste: palomitas dulces o saladas, golosinas de todos los sabores y colores, o chocolates irresistibles. También tenemos bebidas, pero cuidado: no bebas demasiado o tendrás que salir al baño en la mitad de la proyección.

Cuando estés listo, acércate a la sala 5, fila 10, asiento 45. Ponte cómodo y disfruta.


Enero

Cuando salió la película Elvis (2022) de Baz Luhrmann me obsesioné por conocer un poco más su vida detrás de la pantalla. En esa búsqueda me encontré con Priscilla, el amor de su vida. Priscilla Beaulieu y Elvis Presley se conocieron en 1959 en Alemania, cuando él cumplía su servicio militar y ella, de solo 14 años, vivía allí con su familia. Se encontraron en una fiesta de un amigo en común, y a pesar de la diferencia de edad, el icono del rock quedó fascinado ante la belleza y madurez de la joven. Poco después iniciaron una relación que continuó a distancia hasta que en 1963, Priscilla se mudó a Graceland bajo condiciones impuestas por sus padres. 

Sofía Coppola recoge a esta mujer del segundo plano para ponerla bajo el foco. Mostrando así un testimonio visual de la adolescencia secuestrada de una joven que vivió para convertirse en la mujer ideal de Elvis Presley. La inocencia perdida de Priscilla (2023) encuentra en la dirección de Coppola un espacio perfecto donde florecer, en donde los colores pasteles se unen a los detalles, con un nivel técnico exquisito. La cinta, basada en el libro de Elvis and me, de la propia Priscilla, aborda el desequilibrio de la relación (que se ve expresada en la diferencia de altura, la edad o las dinámicas de poder, donde Elvis actuaba como tutor legal sustituyendo a sus padres), las adicciones, la dependencia emocional, el engaño o la caída al vacío del cantante. Incluso en una película como esta, en la que Elvis no es el protagonista como en su biopic, he encontrado una actuación mucho más natural y humana. 

Como detalle a mayores, el sexo no es un aspecto muy presente en las obras de Coppola, pero si los momentos de intimidad y ternura. Una vez más, Priscilla, con sus luces y sombras, es capaz de transmitir el amor entre ambos y la toxicidad que lo fue contaminando.


Febrero

Estoy acostumbrada a escuchar comentarios negativos sobre las cintas de Yorgos Lanthimos. Sus películas no son para todo el mundo, ese argumento lo compro. El director griego se ha propuesto remover la escena audiovisual aportando piezas radicales, creativas y extrañas. Si bien había visto La langosta (2015) y El sacrificio de un ciervo sagrado (2017), en donde me hice a la idea del perfil inconfundible de sus personajes, fue con su obra Pobres Criaturas (2023) donde me quedé boquiabierta con su dirección. Adoro el cine que rompe con la dinámica actual de refritos. Biopics, adaptaciones de películas antiguas y de clásicos de Disney, llenan constantemente las taquillas. Por eso valoro especialmente aquellas películas que, podrán gustarte más o menos, pero al menos te hacen sentir algo. 

Poor things incomoda, te divierte, te hipnotiza con sus colores y vestuario, te sumerge en un mundo que, pese a ser conocido, parece ser completamente nuevo para ti. Recurre a lo políticamente incorrecto desde una posición que genera ternura: el comportamiento de un niño. Lo que para unos es un cúmulo de momentos polémicos, escenas inapropiadas e incluso obscenas, para mí es una aventura llena de estímulos que te abre los ojos a una forma de hacer cine única. Es peculiar y, desde luego, no es para todos los públicos, pero, ¿acaso eso tiene que ser el cine? un producto comercial que satisfazca todos los paladares. Como la comida, el cine cuenta con múltiples sabores; es el usuario el que decide cuáles introducir en su dieta audiovisual.

Lanthimos es capaz de crear todo un universo propio que mezcla rarezas propias de la fantasía con un repertorio de personajes particulares que convierten hechos cotidianos en una obra artística. Si podemos diferenciar a Tim Burton por su estética, está claro que el griego ha sido capaz de diferenciarse en la industria y que su filmografía se considerará de culto con el paso de los años.


Marzo

Teniendo en cuenta que marzo fue el mes indiscutible de Dune 2 (que abordaré más tarde), he pensado que sería interesante hablaros de otra cinta que disfruté enormemente y contó con un menor reconocimiento: Maestro (2023). Sí, efectivamente, tuve que comerme mis palabras porque esta película se trata de un biopic. La película narra la vida de Leonard Bernstein, quien fue un célebre compositor y director de orquesta. Uno de sus mayores logros fue dirigir la Orquesta Filarmónica de Nueva York, lo que le catapultó a la fama mundial. Sin embargo, la cinta explora en profundidad otro aspecto de su vida, su matrimonio con Felicia Montealegre. Un vínculo que es narrado durante un tercio de la cinta en blanco y negro, a través de un viaje por la juventud de la pareja hasta alcanzar la adultez, cuando las imágenes cobran color.

Bradley Cooper amplía su trayectoria como director de cine tras el éxito de Ha nacido una estrella (2018), una cinta que protagonizó junto a Lady Gaga y cuya banda sonora obtuvo numerosos premios. El actor continúa en Maestro con su legado audiovisual, enfatizando su interés por el cine musical, donde se siente especialmente cómodo. En esta entrega podemos verlo en una nueva faceta artística, cargada de claroscuros y dilemas, como su sexualidad, los tormentos de la fama o la lucha contra la enfermedad. Un viaje que recorre acompañado de una imponente Carey Mulligan, como su esposa y cómplice. Ambos son capaces de crear un lenguaje íntimo que traspasa la pantalla, alternándose con los grandiosos actos de Cooper como director. El resultado fue siete nominaciones a los Óscar, aunque no llegaron a conseguir ninguno de los galardones.

Maestro separa al artista de la persona, al músico del humano, la perfección técnica de la imperfección del hombre. Todo en una atmosfera cuidadosamente creada que conseguirá atraparte hasta el final.


Abril

Durante el visionado de las piezas de true crime que analicé para mi TFG, apareció un vídeo en Instagram que mencionaba esta película: un filme sueco que se llevó la Palma de Oro en el Festival de Cannes, destacando por su sátira actual y desvergonzada. Así fue como descubrí El triángulo de la tristeza (2022), un viaje a través de los comportamientos sociales del mundo contemporáneo y la influencia del capitalismo.

La película está dividida en tres actos que funcionan como un espejo distorsionado de la sociedad actual. Los dos primeros consisten en una exhibición casi caricaturesca de la superficialidad de los personajes, quienes representan arquetipos de las élites. Dos jóvenes influencers se suman al resto de turistas, un grupo de perfiles vacíos, rostros obsesionados con su imagen y la presión de las redes sociales que portan una ostentación desmedida. El director, Ruben Östlund, retrata estos lujos mediante situaciones burlescas, donde los personajes terminan desvalidos frente a sus propios excesos. Paralelamente, encontramos a la tripulación del crucero, formada por un grupo de trabajadores atrapados en trabajos precarios, obligados a servir en todo momento con una falsa sonrisa.

El colapso de esta extravagancia pone en evidencia cómo las dinámicas de poder se invierten, mostrando que el clasismo no garantiza la supervivencia. El dinero pierde todo su valor cuando la moneda de cambio es el conocimiento práctico o, incluso, el cuerpo humano. De esta forma, la película explora, con humor negro, las consecuencias del capitalismo y cómo este, combinado con la riqueza, puede producir individuos incapaces de valerse por sí mismos.

Aunque sus 142 minutos pueden resultar excesivos, personalmente considero que la narración logra entretener al espectador mientras lo invita a reflexionar. Sus escenas grotescas conducen a un final muy bien elaborado y difícil de olvidar.


Mayo

Julia Ducournau es una directora francesa que sorprende con mayúscula. Si bien había escuchado alguna que otra cosa de su filmografía, decidí entrar en ella por la puerta grande: viendo Titane (2021). Una obra que se encuadra en la tendencia del body horror (subgénero del cine de terror centrado en la violencia contra el cuerpo humano) que retomaremos más adelante y que hace que la cinta no sea la más adecuada para las personas aprensivas. Es quizás esa una de las razones por las que no es fácil encontrar a 1)personas que la hayan visto 2)que les haya gustado y 3)que volverían a verla de nuevo. Sin embargo, no se puede negar que la película consigue generar en ti diversas emociones: desde la incomodidad que te obliga a mirar lejos de la pantalla en algunas escenas, pasando por el asco que te cerrará el estómago, hasta la fascinación de ver algo tan sumamente creativo y raro que no puedes evitar contener una sonrisa. 

Titane es un ejemplo de cine provocador, un fragmento visual de una pesadilla oscura y enrrevesada que, sin embargo, se ejecuta con una apacible calma. Se desvincula del concepto "producto" puesto que quiere ser un sabor al alcance de unos pocos valientes, que quieran disfrutar de algo exótico, con el riesgo de que no les guste. La película explora las fronteras del género a través de una protagonista andrógina que ofrece un testimonio crudo de los traumas, la desconexión emocional y el dolor físico. Una experiencia visual que combina además las interacciones entre el ser humano y la tecnología.

Incluso aborreciendo la cinta es imposible negar la visión característica de una directora que ha llegado para provocar un seísmo, una forma de crear cine alejada del entretenimiento mainstream y de polarizar a la crítica. Titane da de que hablar y ese es uno de sus fuertes, conseguir que el espectador se vaya del cine con la necesidad de compartir lo que acaba de ver con otra persona. 


Junio

Si bien fui a verla al cine en el mes de marzo, en junio volví a revisitar el universo de Dune: parte 2 (2024) con la intención de disfrutar los detalles que la cinta que pudieron pasar desapercibidos en el cine. Debo reconocer que extrañaba una saga de ciencia ficción tan bien construida. Como adolescente que vivió Los Juegos del Hambre (2012) y Divergente (2014), las distopías fueron una parte fundamental en el desarrollo de mi amor por el mundo audiovisual. Dune partía de una desventaja para mí, ser una readaptación. Muchas personas ya conocían su historia y la habían visto adaptada a la gran pantalla. No obstante, Denis Villeneuve respetó la identidad del material original de Frank Herbert mientras lo adaptaba al lenguaje visual y narrativo contemporáneo. Su experiencia trabajando con piezas antiguas lo avala. Villeneuve defendió la secuela de Blade Runner con gran éxito y en Dune, repite, demostrando su destreza a la hora de crear mundos inmersivos y visualmente impactantes.

Dune 2 mantiene la ambición de la primera cinta de la saga a la par que explora nuevos escalones en la complejidad del universo literario. El director expone una representación monumental de los escenarios conocidos, como el desierto de Arrakis, que exploraremos en profundidad en esta segunda entrega y otros que se ven en primicia, como el planeta de la casa Harkonnen. En todo momento, la cinta es fiel al tono filosófico, político y religioso de la novela, siendo capaz de capturar la diversidad cultural de los habitantes del universo, así como sus creencias, miedos y tradiciones. Además, de introducir una curiosa relación entre los fremen, el reino de Arrakis y los gusanos de arena, subrayando la importancia de la ecología en la narración.

Asimismo, hay que reconocer la capacidad del director para explicar una historia tan amplia al público de masas. Una tarea de gran dificultad que Villeneuve asume y completa, con una pieza final que se apoya en el genio musical, Hans Zimmer y las interpretaciones intensas de un elenco que posiblemente veremos nominado a los premios Óscars.


Julio

Existen algunos temas que, por desgracia, se han establecido como un tabú. Un pacto silencioso que a día de hoy sufren miles de víctimas de todo el mundo y atenta contra la vida de miles de niños que hoy, pese a ser adultos, mantienen las secuelas de un los abusos que un día sufrieron. Afortunadamente, hay figuras, como es el caso de Pedro Almodóvar, capaces de convertir un susurro en toda una pieza audiovisual, reivindicando a su vez subtemas como la identidad de género y la exploración de la sexualidad. La mala educación (2004) se estrenó dos años después de mi nacimiento y, sin embargo han tenido que pasar veinte para que pudiese descubrirla. 

La cinta plantea una historia dentro de otra historia, a través de la cual se presentan oscuros secretos y grandes representaciones, del pasado y del presente de los personajes. Una doble narración que es una en sí misma y permite al espectador sumergirse por completo en la España de los años 80. Almodóvar consigue difuminar la línea entre la realidad y la ficción con sus colores característicos. Así, nos regala un homenaje al cine negro que revela conflictos como la adicción a las drogas y la impunidad de la iglesia.

Valiente, humana y sensible, la mala educación recupera la juventud, el divino tesoro de Rubén Darío, como uno de los momentos más felices de los protagonistas y cómo el abuso sexual marcó el resto de la vida de uno de ellos.


Agosto

En medio del calor pasé el mes viendo películas con amigas, la mayoría de ellas rom com, ninguna de ellas trascendental, aunque sí divertidas para pasar un buen rato. El día 17 me sentí atraída de nuevo hacia una de mis cintas favoritas del cine coreano, Decision to Leave (2022) de Park Chan-wook. Como ya avanzaba en la entrada "El séptimo arte surcoreano", publicada en enero de este mismo año, la cultura cinematográfica en Corea del Sur es un hecho reciente. Sin embargo, estamos ante un archivo de películas con una gran identidad que te mantendrán en vilo hasta el último minuto. 

Este thriller romántico se desarrolla con gran exquisitez visual. Cada escena, cada escenario, cada plano, se crea bajo la premisa de ser una experiencia cotidiana perfecta. Un retrato intimista cuidadosamente construido que recorre las vidas de un detective privado y una mujer viuda que está siendo investigada por la muerte de su marido. Tanto los espacios interiores como los paisajes seleccionados reflejan el aislamiento emocional de los personajes, que encuentran cierta compañía en los ojos de su contrario. El ying y el yang, el policía y la acusada, lo moralmente correcto y el desliz obsesivo. Ambos representan el dualismo que existe en la tierra, la cara a y la cara b, y la debilidad que las une a ambas. 

Su narrativa, rica en matices, profundiza en cómo el ser humano enfrenta la soledad desde múltiples perspectivas, dejándose arrastrar por pasiones obsesivas que lo conducen por senderos impredecibles y llenos de contradicciones. En este contexto, las magistrales interpretaciones del elenco transforman la película en una experiencia hipnótica, cargada de tensión, que evoca la sensación de estar atrapado. Un manjar para los amantes del cine asiático y todo un descubrimiento para aquellos que aún no han probado un pedazo de su calidad audiovisual.


Septiembre

No voy a mentir, adoro las películas que exploran y retratan sociedades opuestas a la mía. Historias como las de Amores Perros (2001) que aborda tres historias entrelazadas en México, Ciudad de Dios (2002) que te permite introducirte en una favela brasileña o de la que hablaré a continuación, Monkey Man (2023) ambientada en la India. El actor Dev Patel debuta como director de un thriller de acción a gran velocidad en el que él mismo asume un rol protagónico.

La cinta cuenta con varios ingredientes que la hacen destacable: un personaje que lucha por sobrevivir en una sociedad marcada por la desigualdad y la corrupción, claras influencias del cine de acción asiático y pinceladas estilísticas reminiscentes de Quentin Tarantino. El estilo visual vibrante y lleno de simbología, especialmente religiosa, enriquece la narrativa mientras seguimos al protagonista en su viaje desde los márgenes de la sociedad hasta las altas esferas, impulsado por un deseo de venganza. Este arco de desarrollo está cargado de intensidad emocional y acompañado por escenas de acción con estilo casi ritualista que logran trasladar al espectador la adrenalina de las peleas.

Monkey Man explora también temas más profundos como la redención y la reconexión con la esencia humana. Es un viaje de un personaje que, a pesar de estar perdido a la deriva, encuentra un camino hacia la comprensión y el equilibrio, en un mundo que parece decidido a empujarlo hacia lo opuesto. Patel utiliza imágenes y referencias que evocan tradiciones espirituales propias de la India, desde el hinduismo hasta el budismo. Todo ello marcado de un rojo neón que provocará que quieras saber más de este John Wick indio.


Octubre

Como enamorada del cine de terror, este mes me permite hacer una maratón de películas de miedo o al menos de temática oscura. Mis favoritas siempre serán las de vampiros, unas criaturas con las que el mundo audiovisual siente especial devoción. Así fue como visioné Only Lovers Left Alive (2013) de Jim Jarmusch, una película que se aleja del típico cine de vampiros para ofrecer una narración lenta, introspectiva y de un enfoque profundamente poético. 

Ambientada entre dos ciudades melancólicas, Detroit y Tánger, la cinta sigue a dos vampiros intelectuales que exploran temas filosóficos como el significado del tiempo, el hastío existencial y la conexión con la cultura y la creatividad. Nos encontramos con dos perfiles complementarios: Eve, una mujer erudita y amante de los libros y las lenguas, y Adam, un músico deprimido y desencantado con la humanidad y sus decisiones, representan dos perspectivas complementarias. A través de sus diálogos, enmarcados en espacios cuidadosamente decorados, reflexionan sobre el papel del arte en un mundo que parece perder progresivamente su belleza.

La película representa un homenaje meditado al mito del vampiro, mostrando la decadencia de manera triple: primero, en la figura de este ser, que ha dejado de vivir plenamente para simplemente sobrevivir noche tras noche, hastiado y rendido ante su existencia infinita; segundo, en los escenarios, cuya estética oscura y texturas evocan una sensación de antigüedad y abandono; y tercero, en las relaciones humanas, que, debido a la rapidez del estilo de vida moderno y la superficialidad de las interacciones sociales, han perdido la profundidad que estos personajes, ajenos al paso del tiempo, aún conservan.


Noviembre

La sustancia (2024) de Coralie Fargeat, es una de esas películas que merecen una página aparte. Al salir del cine tenía claro que había visto algo que merecía ser contado. Aunque de nuevo me remito a la idea de que hay películas que no son para todo el mundo y eso está genial. Está bien que exista cine comercial, películas familiares y otras para la pequeña pantalla. Lo raro es cuando una cinta que ha sido creada para el paladar de unos pocos se viraliza y aquellas personas acostumbradas a consumir productos mainstream descubren otra forma de hacer cine. Por eso, su éxito me sorprende.

Esta cinta es una oda al body horror, una versión cruda de la realidad de miles de mujeres: las que acuden a un quirófano para "mejorar" su cuerpo, las víctimas del edadismo, las que han sido olvidadas, las que luchan por acercarse a los cánones de belleza y las que mantienen una batalla interna con su mente. En cierta manera, es una provocación que penetra directamente en la retina del espectador, comenzando una lucha por ver quién aleja la mirada. Un grito a todos los que opinan sobre cuerpos ajenos y crean expectativas irreales, pero también un hombro a todas ellas que en mayor o menor medida hemos sufrido por querer ser "bellas". 

Fargeat utiliza pinceladas evidentes de Lynch, Kubrick y de las películas de terror del gore más explícito para elaborar una cinta cuyo eco sonará con el paso de las décadas. No es entretenimiento asegurado para todos, pero sí que será una pieza icónica del cine contemporáneo.

Diciembre

Las vacaciones de Navidad se abrieron como un oasis en el que pude consumir todas esas cintas que se me quedaron pendientes durante el año y explorar algunas nuevas. Como estudiante desempleada, gozo de tiempo libre para hacerlo. Aprovechando el frío que invita a las personas a refugiarse en sus casas, me sumergí en el cine para ver Nosferatu (2024), una película que, para una amante romántica de las películas góticas, es un auténtico regalo debajo del árbol.

El filme entra por la puerta grande, con un primer tercio que se convierte en una auténtica pesadilla para el espectador, que observa hipnotizado la llegada al castillo: las escenas confusas, las pérdidas de conciencia, el despertar de Nicholas Hoult cubierto de mordiscos... De pronto, estamos atrapados, como el actor, en un mundo oscuro y apartado de la civilización. La sensación de mareo nos acompaña junto con la curiosidad de conocer el rostro de nuestro captor. Fue una decisión acertada mantener en las sombras durante gran parte de la cinta, lo que incrementa el suspense. Robert Eggers utiliza su experiencia en la creación de ambientes siniestros para recuperar la figura del conde Orlok, expandiendo su legado audiovisual con gran elegancia y técnica.

El ritmo de la película se complementa con una propuesta fotográfica y luminosa sobresaliente. El juego de colores potencia la lugubridad de los escenarios: una ciudad donde parece no llegar la luz, un reparto de tez apagada y enfermiza, un decorado que transmite un frío mortecino. Todo ello, junto con un diseño sonoro impecable, traslada la historia directamente a las butacas del cine.

Eggers reinterpreta con gran respeto una de las historias de vampiros más queridas, añadiéndole un toque erótico que nadie pensó que funcionaría, pero que, sin duda, lo hace.

Conclusión

Si has llegado hasta aquí, quiero, en primer lugar, agradecerte tu presencia. Como mencioné al inicio, unos minutos de tu tiempo se vuelven algo muy valioso en una era en la que la atención está tan dispersa. Espero que este artículo extenso te haya animado a darle una oportunidad a alguna de las películas mencionadas o, al menos, te haya impulsado a volver al cine en este nuevo año. Creo que es una experiencia que puedes disfrutar tanto acompañado como solo.

Esto es todo por hoy. Ya puedes abandonar la butaca de mi cine privado. Gracias por estar aquí un día, un mes o un año más. Y si eres nuevo, bienvenido: estoy encantada de conocerte.


Lucía

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