Vogue y el valor del coleccionismo en la era digital
Breve recorrido histórico
Vogue es una de las revistas de moda y estilo más influyentes a nivel global. Fundada en 1892 por Arthur Baldwin Turnure, un hombre de negocios estadounidense, como un semanario dedicado a las élites neoyorquinas, se centraba inicialmente en temas como moda, alta sociedad y cultura. Durante su liderazgo se ocupó de cubrir principalmente la moda, aunque también realizaba la cobertura de deportes y asuntos sociales, incluidos para su público masculino. Una fusión que él defendía para atraer “al sabio como a la debutante, a los hombres de negocios como a la belle”.
En el año 1909, Condé Montrose Nast adquirió la publicación y la transformó paulatinamente en una revista mensual con una visión más internacional. Bajo su dirección, Vogue se consolidó como un icono de la moda y el lujo femenino, marcando tendencias y promoviendo el talento de diseñadores y fotógrafos en todo el mundo. Con el tiempo, Vogue amplió su alcance global, lanzando ediciones internacionales como la British Vogue (1916) y la Vogue Paris (1920). Su evolución refleja los cambios culturales y sociales a lo largo del siglo XX, con un notable aumento de suscriptores durante la Gran Depresión, y de nuevo durante la Segunda Guerra Mundial. En momentos clave, la revista ha combinado moda con activismo y análisis cultural, convirtiéndose en un escaparate no solo de tendencias, sino también de movimientos sociales.
A pesar de que ha contado con importantes líderes a lo largo de las últimas décadas del siglo XX, será la dirección de Anna Wintour la que alcance un mayor altavoz. En julio de 1988, Anna Wintour asumió el cargo de redactora jefe de Vogue en un momento crítico, cuando la revista estaba perdiendo lectores y anunciantes frente a su principal competidor, Elle. Reconocida por su característico peinado estilo "bob" y sus gafas de sol, Wintour se propuso rejuvenecer y hacer más accesible la publicación. Introdujo un enfoque innovador, presentando conceptos de moda más asequibles y conectados con un público más amplio, lo que ayudó a mantener la elevada circulación de la revista.
Alianza con su audiencia
El compromiso de Vogue con ofrecer contenido fresco y actualizado se refleja en la forma en que aborda temas como la moda sostenible, la inclusión y la diversidad. La revista no se limita a seguir tendencias, sino que las anticipa, destacando a diseñadores emergentes que trabajan con materiales reciclados o procesos éticos. Además, su cobertura en tiempo real de eventos clave, como las semanas de la moda, transforma la experiencia del lector, permitiéndole acceder a análisis exclusivos e imágenes al instante. Cada pieza publicada por la revista, ya sea en sus ediciones impresas o digitales, está cuidadosamente diseñada para transmitir un mensaje que va más allá de la moda. Sus editoriales no solo muestran estilismos, sino que narran historias y exploran conceptos que fusionan arte, cultura y diseño.
En los últimos años, Vogue ha intentado ampliar su alcance hacia un público más diverso y joven, pero, al mismo tiempo, ha mantenido su enfoque centrado en un segmento de mercado muy exclusivo. Según los datos de Condé Nast Internacional, la edad media de sus lectoras se sitúa en los 18,5 años, con un 66% de ellas poseyendo estudios superiores y unos ingresos elevados. Estos datos reflejan el tipo de público al que Vogue sigue prestando atención: mujeres de clase alta y media-alta, interesadas en la moda y el lujo, pero también en las nuevas tendencias accesibles.
A partir de esta base, la revista ha centrado sus esfuerzos en atraer a un sector de mujeres entre los 16 y 40 años, a las que ofrece una variedad de contenidos que combinan la alta costura con opciones más asequibles. Este enfoque estratégico le permite a Vogue captar la atención tanto de mujeres empresarias de élite como de jóvenes que empiezan a incursionar en el mundo de la moda. Al integrar prendas de lujo con propuestas más económicas de marcas como Inditex, la revista crea un puente entre el glamour de las pasarelas y las realidades cotidianas, enviando un mensaje claro: para vestir bien no es necesario ser millonaria, aunque siempre puedes disfrutar de los productos más exclusivos y admirar las colecciones más sofisticadas.
De esta manera, Vogue consigue mantener su exclusividad mientras sigue siendo relevante y accesible para un público más amplio. La revista no solo se posiciona como un referente de lujo, sino que también aspira a ser una fuente de inspiración para mujeres de diferentes edades y clases sociales que buscan mantenerse a la vanguardia de la moda. La clave de su éxito radica en ofrecer contenido cuidado, atractivo y con el poder de influir en las tendencias, atrayendo a un consumidor exigente que valora la calidad y la estética, pero también la practicidad y la accesibilidad.
Por otro lado, la revista ha trabajado para reflejar un espectro más amplio de identidades. Teniendo en cuenta la belleza hegemónica que tradicionalmente asociamos con las portadas de Vogue, este es un paso positivo que busca, en parte, humanizar a la mujer y alejarla del estereotipo de perfección que solemos vincular con el mundo de la moda. Esta nueva orientación no solo beneficia directamente al colectivo trans o a las personas con discapacidad, sino también a un sector de mujeres que no se sienten representadas por las modelos habituales de las revistas y reclaman un mayor realismo. Es un llamamiento a aquellas mujeres que desean un espacio en la industria y anhelan sentirse directamente interpeladas. Ya no necesitas ser una mujer rubia, de ojos azules, delgada y con 1,85 metros de altura para aparecer en Vogue. Así lo demuestran portadas históricas como la de Beverly Johnson (1974), primera mujer afroamericana en protagonizar una portada; Indya Moore (2019), una de las primeras mujeres transgénero en aparecer en la revista; o la inclusión de modelos curvy, de distintas etnias y edades.
Otro aspecto crucial del legado de Wintour es la Met Gala, un evento anual que cumplía su 27 aniversario este mismo año y que organiza como presidenta del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York. Considerada "la noche más importante de la moda", la gala no solo recauda fondos para el Instituto del Traje, sino que también reúne a las figuras más destacadas del cine, la música, la moda y el arte en una celebración espectacular. Cada edición se convierte en un fenómeno mediático que domina las redes sociales y los titulares, reafirmando a Vogue como un epicentro cultural. Mediante una propuesta temática —que la mayoría de los invitados adaptan a su manera o, en algunos casos, ignoran por completo—, la noche se posiciona como tendencia en todas las redes sociales, especialmente en X e Instagram. Miles de usuarios esperan con expectación la llegada de las celebridades caracterizadas. Un ir y venir de tocados, joyas, estampados y texturas protagonizan la glamurosa alfombra roja neoyorquina. El Museo Metropolitano permite la fusión de temas icónicos, como la exploración de conceptos divinos (Heavenly Bodies: Fashion and the Catholic Imagination , 2018), futuristas (Manus x Machina: Fashion in an Age of Technology, 2016) o el más reciente, centrado en el paso del tiempo (Sleeping Beauties: Rewakening Fasion, 2024) con la personalidad de sus invitados.
El coleccionismo como estrategia
Desde hace un tiempo, se ha comenzado a observar un fenómeno de nostalgia asociado al consumo de productos en formato físico. Aparecen insurgentes que se niegan a suscribirse a plataformas online o que, simplemente, disfrutan acudiendo a su quiosco más cercano para descubrir las novedades del mes. Los contenidos en redes sociales, particularmente en TikTok, están impulsando el renacer de la prensa de moda, atrayendo a nuevas usuarias a adquirir alguna pieza de la oferta mensual.
No es difícil encontrar alguna comunicadora de redes compartiendo los regalos más recientes que acompañan a las principales revistas, como Vogue. Un ejemplo de estas creadoras es @estefaniamontoro, la cual aglutina más de 115 mil seguidoras y 2,4 millones de "me gustas" en su perfil. Unas cifras que se deben especialmente a su rutina mensual en la que enseña las últimas novedades de la prensa de moda. Una publicidad gratuita que logra su objetivo: alcanzar una audiencia participativa que pide saber más y de la que al menos una gran parte acaba realizando la compra del producto. Al navegar por la sección de comentarios de las publicaciones podemos encontrar un sinfín de usuarias interesadas por saber el precio, el lugar donde fue comprada, los colores en los que hay el regalo o incluso proponiendo intercambios internacionales: "me envías la Vogue española y yo te envío la estadounidense?" Algo tan sencillo como un ejemplar de Vogue se vuelve un "capricho" para miles de mujeres de todo el globo.
Profundizando en sus ediciones, la marca destaca por la calidad de sus portadas, realizadas por grandes fotógrafas que, como mencionaba anteriormente, logran combinar arte, diseño y las últimas tendencias de moda. La tipografía, lejos de ser un elemento secundario, se convierte en un accesorio sutil y perfectamente ajustado a las necesidades de cada pieza. Vogue conoce su potencial como referente cultural y no duda en aprovecharlo. Un ejemplo de ello es el uso de portadas históricas en algunos de los regalos que incluyen, como las bolsas de mano o los neceseres. Una fórmula que repite cada ciertos meses y continúa triunfando entre sus seguidoras.
En esta línea, la expansión de sus ediciones por todo el mundo ha permitido atraer a una audiencia internacional interesada en adquirir estas piezas únicas durante sus viajes. Debido al elevado costo de las revistas importadas, es habitual que muchas seguidoras aprovechen su paso por aeropuertos para comprar la edición francesa, británica o incluso china. La exclusividad de las portadas —cada edición es diferente— convierte estas publicaciones en objetos únicos y transforma su adquisición en un verdadero lujo. Algunas de las más solicitadas fueron la Vogue Italia de abril de 2020, con una portada íntegramente de color blanco, y la Vogue Portugal de ese mismo mes y año, con dos personas besándose con mascarilla, símbolo por excelencia del 2020.
Además, para los aficionados a Pinterest, la decoración está viviendo un momento de gran creatividad y experimentación. Elementos como carteles minimalistas, figuras abstractas, grandes plantas y vinilos llenan de estilo y personalidad las fotografías más inspiradoras de esta red social. En medio de estos espacios cuidadosamente diseñados, los tomos apilados de la revista Vogue han encontrado su lugar como un objeto decorativo icónico. No es raro verlos en publicaciones que muestran interiores modernos y chic, colocados junto a una taza de café, una vela aromática o incluso al lado de un ramo de flores frescas. Vogue trasciende su carácter de revista para convertirse en un símbolo de buen gusto y sofisticación, una declaración de estilo en los hogares de las it girls. Su presencia eleva la estética de cualquier rincón, ya sea en una mesa de centro, un estante o una mesita de noche.
De este modo, Vogue no solo ofrece contenido visual y editorial de alta calidad, sino que también se consolida como un complemento cotidiano, una pieza que puede acompañarte en tu hogar, al igual que los libros que decoran tu estantería. Así, las revistas no solo inspiran con sus páginas, sino que también aportan su propio toque artístico y cultural al diseño interior de quienes buscan ambientes que reflejen creatividad y elegancia.
Con todo esto estamos ante una revista que ha sabido crear un contrato de lealtad con su audiencia, promoviendo la creatividad de sus lectores a través de piezas que perviven en el tiempo y se convierten en un objeto más de sus hogares. Un ejemplo de identidad de marca que personalmente me parece inspiradora y consigue diferenciarse por completo de sus competidoras del sector.