Autosabotaje, el descanso productivo
Siempre defenderé que somos nuestro peor y mayor enemigo y nadie nos enseña a lidiar con eso. Yo misma me pasé años achacando mis problemas y frustraciones a agentes externos cuando estaba obstaculizando mi propio progreso. Algo que hoy en día sigo haciendo, sobre todo cuando no tengo exámenes ni trabajos que entregar.
Este verano he vivido una batalla interna entre el descanso y la productividad. Cada cosa que hago u hobby que potencio es como un caballo de Troya que enmascara la necesidad de sentir que estoy aprendiendo, creando o trabajando. A eso se le suma que en cada comida familiar aparecen sobre la mesa todas esas incógnitas sobre mi futuro, como si tuviera alguna respuesta a lo que pasará después de graduarme. "Harás un máster, ¿no?", "¿Te irás fuera de España?", "¿Has pensado en aprender chino? Es el futuro", "¿Qué más vas a añadir a tu currículum?".
Tienes que diferenciarte, irte al extranjero, que allí hay más trabajo, vivir allí, pero también aquí, controlar cinco idiomas, independizarte y... ¿Tener hijos?.
Cada charla me deja inquieta, planificando toda la semana y buscando opciones de máster. Me pongo a escribir bocetos de posibles entradas para el blog, a informarme de un montón de temas inconexos, a recordarme que tengo que estar a la altura de todo eso que esperan de mí. Luego, cuando me tumbo en la cama, resulta imposible descansar.
¿Por qué necesitamos hacer cosas todo el rato para sentirnos bien? Por el sistema de trabajo en el que vivimos inmersos. Tienes que hacer planes, leer libros, ver películas, practicar costura o crochet y pintar mandalas. También puede darte por la jardinería, tocar un nuevo instrumento, hacer reformas, apuntarte al gimnasio, realizar yoga o salir a correr. Todo lo que fomente tu desarrollo mental o mejore tu físico. Tienes que ser una persona activa incluso cuando descansas. Estamos tan acostumbrados a vivir en un estilo de vida frenético que llega el momento de descansar y no nos permitimos bajar el ritmo. Incluso cuando haces cosas "productivas" sientes que debiste hacer más. Así día tras día.
Hasta este verano no había sentido tanto esa dualidad. Te pasas todo el curso académico --o laboral-- a mil por hora, siguiendo los horarios, transporte y tareas pendientes. Cuando no hay nada que cumplir parece que el cerebro nos autosabotea y necesita que sigamos en ese estado ansioso. En mi caso, que hice prácticas durante el curso, me sentía mal al ver a otros compañeros haciéndolas ahora. Me martirizaba por no estar trabajando, sentía que no me merecía las vacaciones. Miraba a los lados como si alguien fuese a salir a decirme "no vas a tener futuro así". Incluso los hobbies los explotaba al límite, viendo ritualmente una película al día (cuando no lo hacía era como fallar un objetivo) o buscando competiciones ficticias en las que tenía que leerme los libros a todo gas.
Desactivar el piloto automático de la productividad es muy difícil cuando miras a tu entorno y te das cuenta de que estamos todos igual, en mayor o menor medida. Es como en los primeros días post examen en los que aún eres incapaz de descansar sin remordimientos. Los veranos desde la mayoría de edad son algo así, un recordatorio constante de que son tus últimos años sin obligaciones, que en cualquier momento te llamará el mundo laboral y no podrás colgarle, por lo que tienes que estar preparado.
Además, el concepto de descanso pierde cada vez más su significado. Para muchas personas son esas horas libres en las que se tiene que aprovechar el tiempo al máximo para ser mejor en el terreno laboral. Cursando especialidades online, apuntándose a clases particulares de un idioma o adelantando trabajo. Entonces, ¿qué es el verdadero descanso? ¿Quién nos enseña a tener una relación sana con nuestro cuerpo y mente?. Cada vez respetamos menos las horas de sueño o desconexión total, incluso cuando no hay un contrato que lo limite.
Un ejemplo claro para mí fue una noche en Albufeira, estaba de vacaciones y al no poder dormir me puse a pensar en ideas para el Trabajo de Fin de Grado. El resultado fue desvelarme aún más barajando las opciones en vez de intentar relajar mi respiración y dejar la mente en blanco.
Nadie te enseña que el descanso total también es productivo, que es una necesidad humana. Que son momentos necesarios para que tu mente funcione cuando tiene que funcionar y para ello hay que alejar todos los pensamientos relacionados con "tengo que hacer". Mantenerse presente en el descanso es difícil, pero hablar de las dificultades para conseguirlo ya es un paso hacia el cambio. Es preparar a la mente para adquirir nuevas rutinas de calidad y recordarle que todo lo que hay que hacer será un problema de tú yo de dentro de unas horas.
Lucía