El trauma del sujetador

Mi hermana ha entrado en la fase de comprar sujetadores, el siguiente paso que te catapulta al mundo de la mujer adulta. Dejas de ser esa niña que va sin la parte de arriba del bikini por la playa (o que se lo pone simplemente para sentirse mayor como el resto) para probarte docenas de telas, con o sin relleno, que te oculten los pechos, un símbolo asociado con la sexualidad, a diferencia del pecho masculino.

A partir de este momento se supone que tendrás que ponerte "por norma" un sujetador toda la vida, aunque tengas poco pecho. Y no son precisamente baratos. "Si no te lo pones te caerán las tetas cuando seas mayor", "¿Cómo vas a salir así? Se te notan los pezones, pareces una guarra", "Se te ve fea la ropa sin él, no las tienes firmes". Frases y comentarios que te persiguen desde que empiezas a desarrollarte y generan a muchas mujeres un rechazo hacia esa prenda y su propio cuerpo.

El pecho es una de las partes que generan más inconformidad en las mujeres. Si es pequeño se quiere grande, si es grande es incómodo y se prefiere pequeño. Si es intermedio también habrá algo de lo que sacar puntilla. Por lo tanto, se ha convertido en una de las respuestas frecuentes cuando se pregunta por operaciones soñadas o que se harían de tener dinero. Según la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME), España se sitúa como el quinto país del mundo que más intervenciones estéticas realiza, siendo cerca del 32% de ellas aumento de mamas. Esto coloca al país en alrededor de 16.000 operaciones de pecho al año.

Esta muy caído, uno es más grande que el otro, desentona con el resto del cuerpo o hay que apretarlo con los brazos para que en las fotos se vea más grande.

Por no hablar del tamaño de los pezones, otro universo que parece generar discordia cuando el tamaño de la mama no es el problema. Las venas que la recubren están  demasiado marcadas, las estrías, la distancia entre ambas. Aquí entran los típicos comentarios de, "parece que tienes el estrecho de Gibraltar entre las tetas" que he llegado a escuchar, como si naturalmente fuesen firmes y pegadas. 

La falsa realidad que nos venden los anuncios, las pasarelas, el porno, las modelos e incluso las influencers nos hace creer que los pechos deben de ser rígidos en todo momento. Son estas últimas incorporaciones las que curiosamente alzan la voz a favor del amor propio, promoviendo campañas de operación de pecho. Amate, pero con este código tendrás un descuento en esta fantástica clínica. El selflove va de la mano de retocarse las tetas para que queden como las campañas que criticamos. No necesitas cumplir los estereotipos y cánones de belleza, pero te lo digo yo mientras los sigo persiguiendo. Es difícil encontrar referentes que presuman su pecho naturalmente pequeño o que cuenten las desventajas de sus mamas cuando son grandes.

Toda mujer sabe lo que es llegar a casa y soltarse el sujetador, sentir que sus hombros vuelven a la vida después de un día largo y ajustado. También sabe la vergüenza de quitárselo por primera vez delante de una persona que le gusta, "mejor apaga la luz", tapando los pechos o directamente dejando la ropa puesta. El miedo al rechazo, a la comparación y salir perdiendo, a un examen minucioso centímetro a centímetro, a que no gusten o exciten. La ansiedad de no encontrar una talla que los favorezca, tener que llevar sujetadores con los que no te sientes cómoda porque no hay gran variedad de opciones, encontrar tu torso infantil o sin gracia, mirar a tus amigas y sentir que no eres capaz de llenar los tops de la misma manera. Cambiarte en el vestuario del instituto, ver la diferencia entre las chicas, que algunas estén desarrolladas y parezcan mayores mientras tú sigues llevando tops infantiles. Desear poder llevar ciertos escotes sin sentirte observada o poder hacerlo con seguridad y confianza. Ponerte camisetas ajustadas sin nada debajo, sobre todo aquellas que parecen solo lucir cuando la persona tiene poco pecho. Dejar de salir de los probadores con lágrimas en los ojos porque nada te sienta, que ir de tiendas deje de ser una lucha por encajar en los cánones.

Mirando a mi hermana sentada en otro probador me genera ternura ver como se frustra por encontrar un sujetador con el que sentirse cómoda, la realidad es que no lo hay. Sabe que a partir de ahora tendrá que añadir una prenda más a su ropa cada día o enfrentarse a los comentarios ajenos si decide no hacerlo. Supongo que de esto va crecer.




Lucía 

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